miércoles, 27 de febrero de 2008

Paseos por Roma - 2

Hace unos días, dejábamos Roma en las tumbas de algunos emperadores, hoy, haremos un salto en el tiempo para ir a buscar el mausoleo de Adriano y aledaños, y más en concreto el Ponte Sant'Angelo que une las dos riberas del Tíber.

No sólo Augusto, sino algunos otros emperadores del siglo I d.C. fueron enterrados en el mausoleo que puede apreciarse en la ribera izquierda del Tíber. El último de ellos sería Nerva. Adriano quiso un nuevo sepulcro para él y su familia y lo hizo construir en los horti de Domizia en el Vaticano, donde serían enterrados no sólo él sino todos los emperadores romanos Antoninos y los Severos hasta Caracalla. Su ubicación en las Murallas Aurelianas (275) marcó su nuevo destino como fortaleza, que fue capaz de resistir los asaltos visigodos en el 410. Varios papas potenciaron su función militar y decoraron suntuosamente sus interiores. La terraza superior está dominada por la colosar estatua en bronce del arcángel Miguel que, según la leyenda se le apareció a Gregorio Magno para anunciarle el fin de una epidemia de peste (590). El bronce con que se fraguó, provenía del bronce que había servido para la construcción del Panteón de Marcelo Agrippa, en la restauración que hiciera Adriano.

Hoy en día, el antiguo mausoleo recibe el nombre de Castel de Sant'Angelo, pero ya no es ni fortaleza ni residencia papal como lo fuera durante el Renacimiento. Hoy, incluye colecciones de arte y armas antiguas y destacan los suntuosos aposentos papales adornados con estucos, pinturas de fantasía, frisos, tapices, frescos y cerámicas.

El Ponte Sant'Angelo ocupa el lugar del antiguo puente Elio, construido por Adriano entre 133 y 134 d.C. La galería de diez ángeles que lo adornan fueron diseñadas y esculpidas por Bernini y su escuela (1669) y representan los diferentes tormentos a los que fue sometido Jesús hasta culminar en su muerte en la cruz. En su base se apelotonan imigrantes de toda procedencia vendiendo sus bagatelas a los turistas que frecuentan la zona.

(Biblio: Guía Acento de Italia)

martes, 26 de febrero de 2008

Las Montañas de la Luna

Capitulo IV: La ascensión

Como dijimos, desde Hoima, seguimos el viaje en atestados matatus, comprimidos con gentes, gallinas sueltas y maletas. Cuando parecía imposible que cupieran más personas, siempre era posible que subieran varios más. Del cumplimiento de los horarios mejor no hablar, pero estamos en África y más vale adaptarse y tener paciencia.
Finalmente llegamos a Kasese, la pequeña ciudad en las faldas del Ruwenzori donde organizaremos nuestro viaje y contrataremos el servicio de guías. Por la noche, tomando una cerveza en un bar nos sorprende comprobar como la parroquia del bar esta pendiente de la televisión donde hacen “el Gran Hermano” ugandés. Es curioso comprobar como los fenotipos garrulos standart superan fronteras culturales y los podemos encontrar de forma ubicua.
Al día siguiente nos trasladamos a una aldea cercana, donde compraremos víveres, alquilaremos equipo y conoceremos a nuestro guía, Elisha, un hombre de mediana edad que aparenta ser un poco despistado, pero poco a poco se irá ganando nuestra confianza.









Iniciamos nuestra marcha entre una ligera lluvia, frondosos y exuberantes bosques, un furioso río de montaña a nuestra derecha, y un horizonte oculto por espesas nubes, lo que será la norma de ahora en adelante. Llegamos al primer refugio sin mucha dificultad, este esta a 2500 metros, es cómodo y probablemente el único lugar seco en los alrededores. Obtenemos agua directamente de un riachuelo de aguas marrones, que sorprendentemente es completamente apta para su consumo. Hemos decidido cocinar nosotros mismos en la cena, y lo haremos en un fuego de gas junto a los porteadores. Comida y té calientes harán más llevadero el frío de la noche.

Elisha no ha tardado en querer hablarnos de la Biblia durante el camino, y seguramente se ha frustrado ante nuestro laicismo escéptico (laicismo radical según diría la Conferencia Episcopal Española). Uganda es un país cristiano y musulmán al 50%, en algunos casos en sincretismo con la antiguas creencias animistas del antiguo reino de Buganda. Son unas gentes que han asimilado el cristianismo y lo viven con fervor, mientras que en los países europeos de donde procede languidece consumido por la Razón y el consumismo. Un proverbio africano lo resumía así tal como relata Javier Reverte «cuando llegaron los blancos ellos tenían la Biblia y nosotros las tierras, ahora ellos tienen nuestras tierras y nosotros la Biblia».



El camino del día siguiente es aún más exuberante si cabe, recorriendo senderos entre la selva, barro y una lluvia cada vez más espesa, cruzando ríos mediante troncos caídos y puentes colgantes semidestruidos por los elementos; así llegamos a una altitud donde empieza el bosque de bambú a los 3000 metros. El tipo de vegetación vuelve a cambiar enseguida llegando al bosque de ericaceas: Erica arborea el tipo de arbusto que aquí conocemos como brezo o bruc, pero que allí adquiere tamaño de árbol de hasta 15 o 20 metros. De sus ramas cuelgan enormes líquenes que perviven gracias a la continua neblina y humedad del ambiente, al igual que el manto verde de musgo que cubre buena parte del suelo y las piedras, asemejándose todo el conjunto a un cuento de hadas. Hay tanta agua que nos hundimos hasta las rodillas en algunos tramos, con el consuelo de que por lo menos no hay sanguijuelas. Llegamos al Bigo Hut, un refugio a 3500 metros de altitud y cenamos tras un baño por la tarde en las aguas heladas de un río cercano. Las mantas térmicas se agradecen para pasar la noche, sobretodo porque el baño helado ha pasado factura a alguien. Además, empieza a ser un problema tener algo ropa seca en este ambiente tan húmedo.



Al día siguiente y a partir de este punto cambiará nuevamente el paisaje, esta vez nos encontramos con una sucesión de pantanos en altiplanos inmensos cuyo paisaje neblinoso recuerda al paisaje desolado de “el Señor de los Anillos”. Los campos están repletos de las características Lobelias, que dan al paisaje ese exotismo tan particular de las cumbres de África central y oriental. Al cabo de varias horas, entre la bruma, conseguimos ver unos lagos bellísimos que anuncian la proximidad del próximo refugio. Debido al barro debemos ir muy despacio, vigilando donde ponemos los pies para no hundirnos. Este tramo se hace agotador tanto física como psicológicamente, además los primeros síntomas del mal de altura empiezan a notarse con dolor de cabeza cada vez mas intenso. El tercer refugio se halla a 4000 metros y tiene unas espléndidas vistas del lago, al fondo del valle.






Al la mañana siguiente hace un día espléndido y nos encontramos dispuestos a subir el penúltimo tramo; subiendo por una pared rocosa otros 500 metros que se hacen eternos en la última etapa. Aquí se halla el último refugio. A partir de aquí quedan 500 metros para la cima de pico Margarita, pasando por los famosos glaciares donde según la leyenda se refleja la luna. Desgraciadamente el mal de altura empeora radicalmente y no es prudente pasar aquí la noche; fácilmente esta dolencia puede desembocar en muerte si no se desciende cuanto antes. Se hace necesario seguir ruta antes de que anochezca del todo hasta el próximo refugio 400 metros más abajo. Teníamos la cima al alcance de la mano. Es una frustración el no poder alcanzarla y recorrer sus glaciares. Es posible que con el aumento de las temperaturas desaparezcan en unos años. De todas formas siempre podría ser peor, en el refugio encontramos a una periodista Ugandesa accidentada al intentar hacer el mismo recorrido. Aquí no hay helicópteros que valgan, tendrá que hacer todo el camino de vuelta transportada en camilla durante varios días.

Por la mañana, nos despertamos al pie de otro lago, al lado de un refugio, y seguimos ruta después de un buen desayuno con chapatis,a lascuales nos hemos aficionado bastante. Para completar la ruta circular a las montañas hemos de remontar un paso de 4300 metros, pero esta vez ya no me acomete el mal de altura; la aclimatación ha llegado con retraso. Desde aquí se puede ver a lo lejos la frontera de la Republica Democrática del Congo. Hasta hace muy poco llegaba hasta estas montañas la guerrilla proveniente de ese tumultuoso país.




Hace un día despejado, el mejor desde que estamos aquí y puede verse buena parte de la cordillera. Posteriormente me enteré que incluso hoy existen algunos picos que no tienen nombre oficial porque nadie los ha escalado todavía para arrogarse tal derecho. Por mi parte pueden permanecer sin nombre y que al menos una parte de la naturaleza permanezca sin etiquetas.
Caminamos animosos, ya que por lo menos momentáneamente nos hemos librado del barro en estas alturas, y, sin embargo, todo se ve tan verde de líquenes y musgos como antes. Esta tregua solo es momentánea, al ir descendiendo, el barro hace de nuevo su aparición, enlenteciendo el paso de forma irritante. Hemos de concentrarnos en cada paso para no pisar las zonas más blandas. Nos cuenta Elisha que en ocasiones algunas visitantes se han puesto a llorar de desesperación al sentirse atrapadas en medio de este páramo entre la niebla, mojadas, y sin ver el final del calvario. Le tranquilizamos; nosotros sabíamos a lo que veníamos, y nos parece un privilegio a la vez que una tortura disfrutar del paisaje y sufrir las inclemencias. Aun nos quedarán dos refugios y jornadas más antes de llegar de nuevo a nuestro punto de partida, atravesando los estratos de vegetación previamente descritos en la subida, pero a la inversa. Encontramos una curiosidad: unas cavernas al lado del camino donde existe lo que debe ser el único sitio seco del Ruwenzori, no hay barro sino polvo y según Elisha, debido a la particular orografía y estructura de las rocas que forman la caverna permanece seco siempre. Es aún más curioso cuando sabemos que en la temporada húmeda esta rodeada de cascadas.





Y al final llegó el final, en el ultimo refugio nos despedimos de los porteadores, unos hombres duros acostumbrados a portar unos enormes fardos durante días sujetándolos con la espalda y la cabeza, y de Elisha nuestro guía. Esta aventura no hubiera sido posible sin ellos.
En nuestro último tramo nos sorprende una tormenta, y la lluvia más fuerte que ha habido hasta ahora. Ya nos da igual, hemos realizado nuestra ruta, conocido las montañas de las que Ptolomeo solo pudo soñar recluido en su biblioteca de Alejandría y dentro de poco estaremos bajo una ducha caliente. Sin embargo, África nunca volverá a ser el lugar misterioso y exótico que fue un día, y que vieron Speake, Burton, Livingston, Stanley y aun otros muchos después, arrastrada por la enorme ola de la colonización y el progreso. Terminó la era de la Exploración y empezó la era del Turismo. Tan solo podemos pedir que se conserven algunos restos de su belleza y naturaleza, y que siempre queden lugares salvajes en un mundo cada vez más monótono, reglamentado y estrecho. En definitiva, aquí termina nuestra ascensión al Ruwenzori y empezará nuestro viaje al archipiélago de Lamu, en Kenia,.....pero eso ya es otra historia.

martes, 19 de febrero de 2008

Paseos por Roma - 1

Empiezo una serie ilustrada sobre mis paseos por la ciudad de Roma en las recientes vacaciones de Semana Santa. Hoy, la cosa va sobre el progreso económico y cultural en la época del Imperio, reflejado, ¿cómo?, a través del tamaño y la ubicación de las tumbas de Julio César (100 a 44 a.C.), Augusto (63 a.C. a 14 d.C.) y Adriano (76 a 138 d.C.).

Empezamos por el extremo inferior derecho, donde asoma el Coliseo, no muy lejos, se encuentran los foros romanos, imperiales (sólo accesibles previo pago) y los republicanos, gratis y en los que se basará lo que iré subiendo al blog. Por el camino de la Vía Sacra, hacia el monumento de Víctor Manuel II, se encuentra el lugar donde, "teóricamente", reposan las cenizas de Julio César, un lugar pequeño, en proporción inversa a la importancia del personaje.

Más o menos a la misma altura, en el río, se aprecia la isla Tiberina, los templos de Vesta y Fortuna Virilis y el anfiteatro de Marcelo y sugiere que estamos en el centro de la antigua Roma. Si nos decidimos a seguir "pateando" Roma y queremos ir por la misma orilla del río, hacia el norte, vemos el túmulo funerario de Augusto, bastante mayor que el de su tío Julio César. El estado de conservación tanto de éste como del túmulo de Julio César, deja bastante que desear y en el de Augusto se veía abundante basura entre los árboles.

Si cruzamos el río, vemos el monumental Castel de San'Angelo que contiene el sepulcro de Adriano, uno de los emperadores de la "Edad de Oro" romana. El Castillo-sepulcro no está muy lejos del Vaticano, pertenece y perteneció a los Papas y por ello, precisamente, el estado de conservación es bastante más decente (y también la calidad de los suelos, algo, que, "en malo", es muy frecuente en Roma, y es absolutamente "destroza-calzados" y "destroza-pies").

domingo, 17 de febrero de 2008

Capítulo III. Uganda


La llegada al aeropuerto de Kampala no da esa impresión de choque térmico y estrés que ofrecen otras capitales africanas, como Daar es Salaam. Aquí no encontraremos un calor soporífero, ni un alud agobiante de gentes ofreciendo sus servicios de guías, taxis etc de forma intimidante y caótica. Por el contrario, este aeropuerto ofrece un aspecto provinciano, tranquilo, y con una temperatura, sino fresca, soportable.



A escasos kilómetros se halla el lago Victoria, donde encontraremos un poblado en el que no desconocían la cerveza fría. Bajo una sombra en la hierba, al lado de las apacibles orillas del lago, contemplamos durante horas multitud de enormes pájaros limícolas, córvidos y algunas rapaces. Aquí esperábamos al ferry para visitar las islas Ssese Debido a que British Airways me perdió amablemente la maleta con todo el equipo de montaña, decidimos estar allí unos días con la esperanza de recuperar el equipaje a la vuelta.....pero esto lo relataríamos en otra historia, y en todo caso como en dichas islas nos fueron sustraídas las cámaras fotográficas por unos bandidos y con nocturnidad, no pudimos ilustrar esta parte del viaje.



Así que nos vimos días después en Kampala, sin cámaras de fotos ni equipaje. Pero desde luego no íbamos a dejar que pequeños inconvenientes frustraran nuestros planes de conocer las famosas montañas. Mientras hay VISA hay esperanza, así que compramos otra cámara de fotos (que nos vendieron defectuosa ¿existirán los gafes?) y material de montaña en un mercadillo de Kampala, asumiendo también la calidad inherente a estos países africanos. Las mochilas que compramos, se rompían a la media hora con una regularidad pasmosa, la ropa tampoco era una maravilla y las linternas que compramos se encendían y apagaban con voluntad propia.
Kampala es una ciudad pobre y absolutamente caótica, en la que viandantes, motos y matatus, se desplazan frenéticamente y compiten por atropellar a los incautos que no van con cuidado. Por otra parte, sus gentes son amables, no atosigan al turista y se puede salir por la noche con bastante seguridad.


Salimos de esta ciudad en un autobús de línea, y el viaje durante todo el día se hace agradable, entre campos de palmeras, chozas dispersas, poblados, y en alguna ocasión atravesando selvas. Almorzamos con lo que vendedores ambulantes nos venden a través de las ventanillas: pinchos de carne, piñas, platanos, frutos secos..


Nuestro objetivo, antes de llegar a las montañas, era Hoima, una ciudad pequeña, sin gran interés, con pequeñas casas, y calles sin asfaltar. Sin embargo, recorriendo en moto (la cual alquilamos a un desconfiado lugareño) los caminos circundantes, nos acompañan bucólicos y luminosos campos de cultivo, bosques de palmeras, pintorescas iglesias protestantes y blancas nubes de algodón que ofrecen más interés a la visita. Hay cierta disputa sobre quien debe conducir la moto, así que nos la turnamos, y sin atropellar a nadie por cierto.

Cientos de escolares recorren durante kilómetros esa carretera para ir a la escuela y todos nos saludan, como la novedad que somos.
Queríamos visitar un perdido y desconocido río cercano a Hoima, que no interesaba a nadie excepto a nosotros. Encontramos allí a un local que no entendía muy bien que hacíamos en aquel, tan poco turístico, río. No explicaré los motivos que teníamos para venir a este lugar, pero sí que haré una descripción. El rio Kafu en época seca aparenta ser un pantano repleto de equisetums de más de dos metros, donde el agua parece estar estancada, pero en realidad sí que fluye; lentamente hacia el noreste y luego hacia el norte, uniéndose finalmente a las aguas del Nilo al norte del lago Alberto. Sin embargo, en un determinado tramo, el recorrido del Kafu se bifurca en otro río, el Nzuri, el cual se desvía hacia el sudoeste acabando en el sur del lago Alberto. Es decir, que curiosamente en ese punto las aguas corren en direcciones opuestas durante muchos kilómetros, aunque al final toda termina confluyendo en el Nilo.



En su frondoso interior, nos cuentan que habitan tímidos hipopótamos. Estos salen de su redil solamente por la noche, mientras que por el día se protejen del calor metidos en el agua. Para los egipcios estos animales representaban el caos (junto a los Búfalos). No es para menos, incluso actualmente los hipopótamos (junto con los búfalos por supuesto), son los animales superiores que más victimas causan en varios paises de África. Nuestra leyenda actual del dragón de Sant Jordi proviene precisamente de una historia egipcia en la que el dios Horus cazaba a un hipopotamo. En realidad si queremos imaginarnos como era el antiguo Egipto sería muy apropiado visitar las zonas inundadas del alto Nilo en el África negra de hoy en día.
En el presente, los hipopótamos supervivientes de la caza furtiva harán bien en esconderse en lo más recóndito del pantano; ya no hay demasiado lugar en el siglo XXI para los dragones ni las leyendas. Durante el régimen del dictador Idi Amin se exterminaron a la mayor parte de las poblaciones de animales salvajes. Afortunadamente, hoy en día la fauna se está recuperando en los parques nacionales, pero que nadie espere encontrar en Uganda la profusión increíble de animales y especies que puede observarse con facilidad en Tanzania y Kenia.



Volvemos a Hoima, a nuestra pensión donde nos espera aliviado el propietario de la moto. Al final de la tarde, y antes de la cena, nos esperaran siempre que sea posible unas cervezas “safari”. Al día siguiente, seguiremos nuestra ruta en matatu, y esta vez, sí, llegaremos a nuestro verdadero objetivo: las faldas de las Montañas de la Luna.





Maraña de equisetums en el Kafu

sábado, 16 de febrero de 2008

Capitulo II. Tras las fuentes del Nilo

Durante los siglos XVIII y XIX se desató una carrera por diferentes exploradores para encontrar las fuentes del Nilo. Livingston, Stanley, Burton, Speke, Grant, los Baker, etc organizaron expediciones para encontrar el origen de sus primeras aguas. Los hombres que lo intentaron estaban movidos por muy diversos motivos: la gloria y el afán de aventura, el deber, la evangelización de los nativos, etc, pero en pleno periodo de la colonización de África también había detrás intereses políticos y económicos por controlar la cabecera del Nilo, sobretodo por parte del Imperio Británico. Todos los que habían intentado remontar el curso del Nilo desde Egipto habían fracasado muriendo desorientados entre ciénagas y junglas pantanosas o regresando sin cumplir su objetivo. Así que posteriormente lo intentaron partiendo desde la costa oriental, en reino de Zanzíbar, aprovechando las rutas de caravanas árabes en busca de esclavos al interior de África, las cuales funcionaban desde hacia tiempo.
Finalmente Speke fue el ganador, ya que encontraría el sur del lago Victoria en 1858, y el punto norte del lago Victoria donde nace el Nilo blanco, en 1862 (esta última con Grant). Después seguiría camino hasta Khartum. Sin embargo, en el camino perdieron la pista del curso del río entre el lago Victoria y su destino final. Esto dejó insatisfecho a su antiguo compañero, Burton, y también a otros, acerca de que las fuentes del Nilo hubieran sido correctamente identificadas. Éste, no estaba dispuesto a admitir que el lago victoria era el principio de las fuentes del Nilo, y se preparó una conferencia en la Real Sociedad Geográfica de Londres para dirimir tal cuestión entre ambos. Oficialmente Speke murió antes de celebrarse dicha reunión en un accidente de caza, en realidad presumiblemente se suicidó, ante la presión ser humillado manteniendo un debate con alguien tan preparado en las ciencias geográficas, oratoria y cultura como Burton. Posteriormente el famoso explorador Stanley, que confirmó el descubrimiento de Speke, bautizó diferentes hitos geográficos con el nombre de Speake, y ni uno solo con el de Burton. Incluso hoy en día, cuando alguien recorre los pueblos y ciudades de Uganda y Kenia se encuentra multitud de establecimientos y topónimos con el nombre de Speake y ninguno con el de Burton. ¿un castigo por la falta de honradez intelectual de este último o simplemente por equivocarse? La historia es el último juez, pero no necesariamente un juez justo.... ¿Pero, donde estaban las famosas montañas de Ptolomeo? Cerca del lago Victoria no. Y en realidad después del descubrimiento de una parte del origen del Nilo en el lago Victoria decreció el interés por ellas. Fue años después, en una expedición por la región del reino de Buganda (Uganda) que tenía otros objetivos, cuando las míticas montañas de la Luna (o Ruwenzori) fueron avistadas por Stanley en 1889, por cierto en una zona que ya había sido explorada anteriormente. Sucedió por un golpe de suerte: las espesas nubes que cubren la zona se abrieron temporalmente cuando él pasaba cerca, y así las describió en su diario «Esta cordillera nevada, pura, deslumbrante, sumergida en las profundidades infinitas de un cielo opalino que cambia de color según las horas, es un espectáculo maravilloso hasta en el atardecer y con la noche cerrada».







Encuentro de Stanley con el Dr Linvingston, a orillas del lago Tanganika (Tanzania).

Stanley mandó una expedición para escalar una de sus cimas. Sin embargo, esta cordillera no fue intensamente explorada y cartografiada hasta comienzos del siglo XX, cuando Amadeo, el Duque de los Abruzzos organizó una expedición y coronó las principales cumbres. Hoy en día, despojadas de su manto de misterio aún son un espectáculo grandioso que los sufridos montañeros pueden afrontar con relativa facilidad.
Con los conocimientos actuales ya podemos resumir cual es la procedencia del agua del Nilo. Gran parte del volumen que conduce el Nilo blanco principalmente es aportado por la lluvia que cae en la región del Ruwenzori, localizada entre Uganda, la Republica Democrática del Congo y Rwanda, aguas que alimentan a los lagos Alberto, Edward y George. A su vez, las aguas del lago Alberto se juntan con el Nilo blanco proveniente del lago Victoria. Se asume que la fuente más alejada se localiza en Burundi, en un, afluente del río Kagera, que a su vez desemboca en el lago Victoria tal y como describió Baumann, quien remontó desde el lago Victoria hasta las últimas fuentes en 1891-1898. Sin embargo, aún hoy en día se disputa este origen, situando el nacimiento de las primeras aguas en Rwanda, aún más cerca del Ruwenzori.


http://encarta.msn.com/media_461519267_761558310_-1_1/Nile_River.html

Pero el principal caudal de agua proviene de la cordillera del Ruwenzori. Estas montañas son una de las regiones más lluviosas del planeta, las cumbres suelen estar envueltas en una capa de nubes que dejan caer agua constantemente. Solo hay dos cortos períodos de “sequía” de mediados, de diciembre a mediados de febrero, y de junio a fínales de septiembre. La sequía es relativa, ya que simplemente significa que aunque sigue lloviendo casi continuamente lo hace de forma moderada haciendo posible la ascensión de las montañas sin excesivas penalidades y sin que sus laderas se conviertan en infranqueables cascadas de agua. Este es el escenario que nos disponíamos a conocer en nuestra excursión a una de las principales fuentes del Nilo, pero esto lo veremos en los próximos episodios.

Las montañas de la Luna. Capitulo I





El Nilo, uno de los focos del creciente fértil, dió vida a una civilización que perduró milenios y su tradición aun hoy en día se manifiesta de forma inconsciente sobre nuestras creencias. Las crecidas anuales del Nilo regaban y fertilizaban su cauce, permitiendo el desarrollo en Egipto de la agricultura, la creación de excedentes agrícolas y con ellos la creación de las primeras sociedades complejas y organizadas. Al sur, siguiendo su recorrido se extendían los desiertos del país de Kush (Sudan). En el actual Khartum se unían el Nilo azul, proveniente del lago Tana en Etiopía; y el Nilo blanco proveniente del sudoeste hasta llegar a una inhóspita, inmensa e impenetrable región pantanosa que hacia de barrera física para remontar su origen. El origen del Nilo azul fue ya descubierto para el mundo occidental por misioneros jesuitas en el siglo XVII, quedando así el Nilo blanco como el último misterio. Sin embargo, sí que hubo viajeros en la antigüedad clásica que aparentemente debieron seguir esta ruta. Claudio Ptolomeo, un erudito que vivió en Alejandría en el segundo siglo de nuestra era, dibujó el primer mapa del centro de África. Aunque no se conserva el mapa original, se sabe que hace una descripción de unas montañas al sur del ecuador (en realidad esta encima de él) regando a dos diferentes lagos que alimentaban el Nilo. Es posible que tuviera como fuente de información relatos de exploradores griegos que fueron capaces de explorar esas regiones hostiles. Según la leyenda, en ocasiones la luz de la luna se reflejaba en ellas resultando un espectáculo majestuoso y justificando su nombre de “montañas de la Luna”. Sea como fuera que obtuviera esos datos, las representaciones de los mapas que se hicieron en la era de la Exploración, a partir del siglo XV, incluyen esta información de Ptolomeo, añadiendo a cada mapa la imaginación propia de cada copista para suplir los espacios en blanco.



Uno de los antiguos mapas, basados en la información de Ptolomeo.